¡Hola, aprendices!:
Hoy traigo —¡por fin!— el primer ejercicio literario como tal de
Mi cuaderno. Se trata en esta ocasión de un cuento que escribí a
los 13 añitos.
Una parte muy importante de la escritura es, sin duda, la corrección.
Este cuento lleva en el cajón años, y he considerado que el inicio
de este blog podía ser una bonita ocasión para recuperarlo,
volver a trabajar en él y presentaros la versión “reciclada”.
Espero que lo disfrutéis tanto como yo lo hice hace seis primaveras
—y como lo he vuelto a hacer estos últimos días corrigiéndolo, he de confesar—:
Las aventuras de Miau, el ratón
Me llamo Miau y soy un ratón —sí, ya lo sé, parece que es el
nombre de un gato pero soy un ratón—. Trabajo para el C.S.R.
(Cuerpo de Seguridad de Ratones). Me gusta mi profesión, pero
siempre me toca a mí el trabajo sucio. Por ejemplo, hace un par de
meses los gatos, nuestros enemigos número uno, nos tendieron una
trampa. Pusieron un montón de queso en medio del parque donde
habitamos y como no sabíamos si efectivamente era una trampa o no,
me mandaron probarlo a mí. Y sí, lo era; así que ahí me tenéis
un mes en cama devolviendo queso en mal estado.
Lo bueno de mi trabajo es que me permite vengarme…Cuando me
recuperé del queso fui el encargado de idear la operación Vendetta
contra los gatos. Se me
pasaron muchas ideas por la cabeza, pero decidí aprovechar una de
sus grandes debilidades: los ovillos de lana. No sé por qué en
cuanto ven uno no pueden evitar ponerse a jugar como si fuesen crías
recién nacidas, pero en fin, son gatos. Así que lo que se me
ocurrió fue hacer un agujero y taparlo con ramas para que no se
notara, y encima coloqué dos ovillos de lana. La misión fue un
éxito. Tres gatos cayeron y estuvieron tres días atrapados.
Lo mejor es que uno de esos gatos era el que había puesto el queso,
y encima era uno de los jefazos. Este ha sido mi mayor
éxito sin lugar a dudas. Ahora me consideran uno de los mejores
agentes y me han concedido la categoría de agente especial.
Aunque las cosas han ido muy bien desde la operación Vendetta,
ahora los gatos han reaccionado y pretenden que luchemos cara a cara.
Después de largas reuniones y encuentros les hemos propuesto que se enfrenten
solo dos agentes. En teoría deben ser los dos mejores —aunque yo
opino que van a ser los más pringados—. Menos mal que yo soy
agente especial y no ningún pringadillo de primera línea,
porque lo que pretenden los jefes es que los agentes atraviesen un
campo de minas y que el ganador se proclame cuando este haya tocado
el silbato que habrá al final. No he oído semejante chorrada en mi
vida. ¡Un campo de minas! Ningún agente llegaría vivo al final —¡y
menos en una carrera!—. Es una misión suicida. Pobres de los
pringados a los que les toque competir, pero en fin, las órdenes son
las órdenes.
CONTINUARÁ....
¿Te ha gustado, compañer( ) aprendiz? Cuéntame tu opinión en los
comentarios y te responderé encantada —tanto si te ha gustado como
si no, claro—.
En junio Miau el ratón volverá a pasarse por el blog para
contarnos qué ha sido de esos pobres pringadillos de primera
línea. Hasta entonces, colorín colorado, este cuento —aún no— se
ha acabado.
Soy yo de nuevo, sí. Tus palabras me tienen enamorada. ¿Literariamente enamorada? Sería una bonita forma de querer a alguien... En honor a la verdad, yo venía aquí para comentar tu maravillosa entrada, pero me voy por las ramas muy pronto (jaja).
ResponderEliminarA lo que voy, tu relato no puede estar más lleno de inocencia—creo que esa es la palabra que lo define a la perfección—. Ojalá "recicles" pronto más relatos olvidados en un cajón y nos ofrezcas tu preciosa visión.
Un abrazo muy grande para ti y para el ratón Miau :3
¡Hola, María!:
ResponderEliminarComo siempre, mil gracias por comentar y pasarte y, por supuesto, por tus preciosas palabras (me alegro de que te hayas ido por las ramas, que vaya líneas te han salido ^^).
Inocencia es una palabra que, coincido contigo, creo que puede aplicarse al cuento. Supongo que algo tendrá que ver que lo escribiese a los 13. Ha sido una experiencia muy bonita la de reencontrarme con esa pequeñaja de 13 años que jugaba a escribir. De hecho, escribir sigue siendo uno de mis juegos favoritos :)
Quizás recicle algún relato más, quién sabe. La idea es hacer nuevos, pero en determinados momentos de concentración de trabajo (ais, mayo...) recurrir al cajón es un comodín que no descarto.
Otro abrazo para ti de nuestra parte, señorita ^^