¡Hola, aprendices!:
¡Ya ha llegado el día! Hoy vuelve Miau el ratón para contarnos el
final de la historia que empezó a contarnos en la entrada
Érase una vez un cuento (I), y esta vez viene con sorpresa al final.
Espero que os guste :)
Las aventuras de Miau, el ratón II
Menos mal que yo soy agente especial y no ningún pringadillo de
primera línea, porque lo que pretenden los jefes es que los agentes
atraviesen un campo de minas y que el ganador se proclame cuando este
haya tocado la flauta que habrá al final del campo. No he oído
semejante chorrada en mi vida. ¡Un campo de minas! Ningún agente
llegaría en una carrera vivo; es una misión suicida. Pobres de los
pringados a los que les toque competir, pero en fin, las órdenes son
las órdenes.
Bueno, eso es precisamente lo que me acaba de decir mi comandante
hace unos cinco minutos: “Va a ser usted nuestro representante y
las órdenes son las órdenes, no hay peros que valgan”. Por muy bien que me hayan ido las cosas desde que soy agente especial, sinceramente, prefiero ser el que prueba el queso antes. ¡Recórcholis, quién me
mandaría a mí ser el responsable de la brillante trampa de los
ovillos de lana! Ahora yo soy “el mejor” y debo demostrarlo
porque de lo contrario seré expulsado y todos los ratones serán
esclavos de los gatos… ¡Yupi…!
Ya han pasado dos días desde que me comunicaron mi misión suicida y
aquí estoy, en el campo de minas, esperando a mi contrincante. No
quiero ni imaginarlo… Será un gato del tamaño de un puma con
grandes colmillos y garras, y yo... pues yo soy el ratoncillo al que
aplastará en un abrir y cerrar de ojos. Todos se reirán de mí y
los tendré que aguantar —si es que salgo vivo de esta, claro—.
¡Ya llega! Está rodeado de un corro de otros gatos. No lo veo. Menudo
creído, parece un boxeador entrando al ring con su equipo alrededor para que no lo vea nadie antes de machacar a su enemigo…
Ya se apartan…Casi le veo… ¡Una gata! ¡Es una gatita! Ni
siquiera me toman en serio…
Acaba de sonar el disparo de salida y ella ya me lleva varios metros
de ventaja. Es muy rápida y ágil. Corre como si se deslizara sobre
el hielo. Tiene un pelaje del color del chocolate y unos ojos verdes
como dos esmeraldas…Pero, ¿qué estoy haciendo? Estoy a punto de
explotar y pienso en una gata… Me estoy volviendo tarumba. Tengo
que concentrarme; esquivo una bomba con cuidado, una pata aquí, la
otra allá, cuidado con la oreja… ¡Pero qué es lo que veo! ¡Está
a punto de pisar una bomba!
-¡No! ¡Cuidado! —le grito a pleno pulmón—.
Me oye y rápidamente esquiva la bomba; menos mal. Sigo corriendo,
pero ella es más rápida y gana… No era de extrañar…He fallado.
Me tomo mi tiempo para volver porque ya no tengo prisa, por mi culpa
los ratones serán esclavos y yo seré desterrado a la gran ciudad
donde los ratones son vagabundos que viven en los cubos de basura.
¡Qué triste! Aunque me lo merezco. He fallado .Me quedan dos pasos
para llegar y enfrentarme al destino y, para mi desgracia, ya he
llegado...
¿Qué? Los gatos y los ratones se están dando las patas y algunos
incluso se abrazan. Cuando me han visto me han aplaudido. Estarán
borrachos porque no me lo explico... De repente el Gran Jefe Gato
viene a saludarme:
-Minina me ha contado cómo la salvaste. Te estaremos eternamente
agradecidos. Ella es mi hija y no sé lo que haría sin ella. En
recompensa hemos firmado un acuerdo de paz y ahora trabajaremos
juntos para mantener este parque en orden. Minina y tú patrullaréis
juntos y se os entregarán unas medallas. Gracias, agente Miau. Por
cierto, bonito nombre.
Bueno, al parecer me ha ido bien al final y encima voy a estar con
Minina todos los días, ¡qué bien! Ya no me puedo quejar, no me han
dado el trabajo sucio esta vez.
Y ahora sí, colorín colorado, este cuento se ha acabado. Muchas gracias por haberlo leído y, por supuesto, a María Agulló, que ha colaborado conmigo haciendo la genial ilustración de este cuento. ¡Nos vemos pronto!