11 de junio de 2014

Érase una vez un cuento (II)

 ¡Hola, aprendices!:
¡Ya ha llegado el día! Hoy vuelve Miau el ratón para contarnos el final de la historia que empezó a contarnos en la entrada Érase una vez un cuento (I), y esta vez viene con sorpresa al final.
Espero que os guste :)

Las aventuras de Miau, el ratón II

(...)

Menos mal que yo soy agente especial y no ningún pringadillo de primera línea, porque lo que pretenden los jefes es que los agentes atraviesen un campo de minas y que el ganador se proclame cuando este haya tocado la flauta que habrá al final del campo. No he oído semejante chorrada en mi vida. ¡Un campo de minas! Ningún agente llegaría en una carrera vivo; es una misión suicida. Pobres de los pringados a los que les toque competir, pero en fin, las órdenes son las órdenes.
Bueno, eso es precisamente lo que me acaba de decir mi comandante hace unos cinco minutos: “Va a ser usted nuestro representante y las órdenes son las órdenes, no hay peros que valgan”. Por muy bien que me hayan ido las cosas desde que soy agente especial, sinceramente, prefiero ser el que prueba el queso antes. ¡Recórcholis, quién me mandaría a mí ser el responsable de la brillante trampa de los ovillos de lana! Ahora yo soy el mejor” y debo demostrarlo porque de lo contrario seré expulsado y todos los ratones serán esclavos de los gatos… ¡Yupi…!
Ya han pasado dos días desde que me comunicaron mi misión suicida y aquí estoy, en el campo de minas, esperando a mi contrincante. No quiero ni imaginarlo… Será un gato del tamaño de un puma con grandes colmillos y garras, y yo... pues yo soy el ratoncillo al que aplastará en un abrir y cerrar de ojos. Todos se reirán de mí y los tendré que aguantar —si es que salgo vivo de esta, claro—.
¡Ya llega! Está rodeado de un corro de otros gatos. No lo veo. Menudo creído, parece un boxeador entrando al ring con su equipo alrededor para que no lo vea nadie antes de machacar a su enemigo… Ya se apartan…Casi le veo… ¡Una gata! ¡Es una gatita! Ni siquiera me toman en serio…
Acaba de sonar el disparo de salida y ella ya me lleva varios metros de ventaja. Es muy rápida y ágil. Corre como si se deslizara sobre el hielo. Tiene un pelaje del color del chocolate y unos ojos verdes como dos esmeraldas…Pero, ¿qué estoy haciendo? Estoy a punto de explotar y pienso en una gata… Me estoy volviendo tarumba. Tengo que concentrarme; esquivo una bomba con cuidado, una pata aquí, la otra allá, cuidado con la oreja… ¡Pero qué es lo que veo! ¡Está a punto de pisar una bomba!
-¡No! ¡Cuidado! —le grito a pleno pulmón—.
Me oye y rápidamente esquiva la bomba; menos mal. Sigo corriendo, pero ella es más rápida y gana… No era de extrañar…He fallado.
Me tomo mi tiempo para volver porque ya no tengo prisa, por mi culpa los ratones serán esclavos y yo seré desterrado a la gran ciudad donde los ratones son vagabundos que viven en los cubos de basura. ¡Qué triste! Aunque me lo merezco. He fallado .Me quedan dos pasos para llegar y enfrentarme al destino y, para mi desgracia, ya he llegado...
¿Qué? Los gatos y los ratones se están dando las patas y algunos incluso se abrazan. Cuando me han visto me han aplaudido. Estarán borrachos porque no me lo explico... De repente el Gran Jefe Gato viene a saludarme:
-Minina me ha contado cómo la salvaste. Te estaremos eternamente agradecidos. Ella es mi hija y no sé lo que haría sin ella. En recompensa hemos firmado un acuerdo de paz y ahora trabajaremos juntos para mantener este parque en orden. Minina y tú patrullaréis juntos y se os entregarán unas medallas. Gracias, agente Miau. Por cierto, bonito nombre.
Bueno, al parecer me ha ido bien al final y encima voy a estar con Minina todos los días, ¡qué bien! Ya no me puedo quejar, no me han dado el trabajo sucio esta vez.



Y ahora sí, colorín colorado, este cuento se ha acabado. Muchas gracias por haberlo leído y, por supuesto, a María Agulló, que ha colaborado conmigo haciendo la genial ilustración de este cuento. ¡Nos vemos pronto!

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