7 de enero de 2015

Fénix


 ¡Hola, aprendices!
¡Hoy arranca el 2015 a la luz del flexo! Espero que no hayáis recibido mucho carbón y que este enero se porte bien con todos. Desde luego, el año nuevo viene cargadito de retos, pero no hay nada que la buena música, una taza de té y algo de literatura furtiva no pueda arreglar.
Para la página de Mi cuaderno de hoy —como me temía— he tenido que acudir al baúl de los recuerdos (¡uoh!) y rescatar uno de mis relatos para publicar a tiempo. En este caso escribí el texto a partir de la foto. Es una buena manera de inspirarse para escribir. Espero que os guste:


-Fénix-

“Habitación 609”: eso dice el epitafio de mi tumba. Me encuentro en la 609 de un hostal, buhardilla. Hace un frío de cojones; no he podido hacer nada con la puta gotera del baño, salvo colocar debajo uno de los vasos de eso que he decidido tomar por whisky. Creo que esta es mi tercera noche aquí, y digo noche porque durante el día corro las cortinas e intento dormir.
Hoy hay una orgía en mi cama. El señor tequila, el señor vodka, tú y yo nos lo estamos pasando de puta madre. Acabamos de despedirnos de Hada, que tenía que trabajar y nos ha dejado sus polvos mágicos. ¿He dicho que tú estás aquí? Bueno, de alguna manera sí; tu recuerdo es ahora mi fantasma. Además, esta noche tenemos un juego muy divertido: se llama “bebe en línea”. Consiste en que cada vez que te veo en línea y me ignoras, chupito, y el que se la pille más gorda, gana. Se me da muy bien.
En realidad, a veces tengo un poco de miedo. No nos reconozco en el espejo. A ti te busco y ya no te encuentro, y yo... Yo no soy eso que me mira con ojos rotos y vacíos. Algunos arañazos se marcan en la piel de ese cuerpo lánguido que veo enfrente: son el castigo de la bestia que en ocasiones reclama tu olor. Mi lengua solo reconoce el sabor de la botella de 4, mi olfato ha aprendido a ignorar los olores mugrientos e inmorales del ambiente, y mis oídos se drogan con esa canción. Mi piel siempre está fría. Tengo la sensación de que me expulsaste del País de las Maravillas, y de que yo ya no sé volver. Ahora solo puedo esperar a consumirme con las cenizas de mi cigarro.



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